Haters vs. Lovers

En un par de chats de amigos de toda la vida, la furia de Amlovers vs. Amlo-haters se ha desatado. Como novios peleados, algunos se han salido del chat y han regresado varias veces.

No importa lo que AMLO haga, diga, no haga o no diga: los amantes lo aman cada vez más y lo defienden a capa y espada; los haters, a su vez, lo odian cada vez más.

La evidencia de sus fallas no importan, sus errores tampoco; para el caso, ni sus aciertos. Basta con decir, que ambos grupos están atrapados en un de los sesgos de pensamiento más perversos que puede haber, el de la Disonancia Cognitiva.

Narro cómo fue conceptualizado este sesgo:

 Hace unos 60 años, Leon Festinger, un psicólogo social, infiltró a un grupo de personas que creían que el mundo se iba a acabar el 21 de diciembre. La líder del grupo había prometido a sus fieles que serían recogidos por un platillo volador y llevados a un lugar seguro la medianoche del 20 de diciembre.

Festinger notó que había dos tipos de seguidores: los cautelosos, que creían a medias la profecía; y los fanáticos, aquellos que dejaron sus trabajos, sus casas y se gastaron u obsequiaron sus ahorros, esperando resignados el fin del mundo.

Festinger quería confirmar una teoría: que los creyentes que no estaban del todo comprometidos con el pronóstico, que esperaron el fin del mundo encerrados en sus casas, perderían su fe en Mrs. Keech; mientras que los 100% convencidos y que esperaban juntos a la nave espacial, aumentarían su fe en las habilidades místicas de Mrs. Keech.

Llegada la media noche del 20 de diciembre, cuando se hizo evidente que el mundo seguiría ahí, la líder del grupo súbitamente tuvo otra "visión" y le dijo a sus seguidores: "el mundo se ha salvado gracias a nuestra oración; poderosa es la palabra de Dios. Nunca había existido semejante fuerza del bien y luz como la que fluía en este cuarto".

El grupo cambió de la confusión a la euforia. Se abrazaron jubilosamente y llamaron a la prensa para reportar el milagro. Salieron a la calle para acosar a la gente tratando de convertirlos en creyentes.

Festinger le llamó a este fenómeno "Disonancia Cognitiva" y la definió como un estado de tensión que ocurre siempre que una persona mantiene dos cogniciones (ideas, actitudes, creencias) que son psicológicamente inconsistentes, y que busca solucionar de alguna manera.

El creyente, en su lucha por conciliar las cogniciones opuestas, opta por reforzarse en la original, algo así como: ahora creo aún más.

Lo anterior, ocurre en la familias, parejas, socios y juntas de trabajo. Activada la Disonancia Congnitiva, la discusión deja de ser objetiva, lúcida y centrada.

En el peor de los casos, este fenómeno psicológico afecta a la toma de decisiones de los líderes. Por ejemplo, sobresimplificando: un dueño de negocio, directivo o presidente de una nación, decide "x" en lugar de "z".

Si resulta que "x" estaba equivocada, aún habiendo evidencia de que fue un error, el decisor, para cerrar su disonancia y reafirmar su auto-concepto, se aferra en la "x".

Figurativamente, si "el barco empieza a hundirse" por esa mala decisión, que se hunda. El hundimiento, jurará el decisor, será por otras circunstancias, por otros, por el pasado y/o por entornos desfavorables.

Adicionalmente, se dispara una paradoja: entre más grande el error y más evidente, más energía invertirá la psique por justificarse. Es decir: si te equivocas poco, quizás podrás dar marcha atrás, pero si te equivocas públicamente y en grande, será mucho más difícil retractarse.

Lo anterior podría explicar, en buena medida: porqué una empresa que pierde ventas año tras año, no cambia su estrategia; porqué Putin persiste en llevarse de encuentro su propio pueblo contándose un cuento que sólo él mismo se cree; porqué los lovers y haters de Amlo no cambian de opinión, y finalmente, porqué AMLO, a pesar del desacierto y fracaso de varias de sus decisiones, las ignora y las racionaliza.

El mundo entero atrapado en un sesgo psicológico; fascinante y escalofriante.

Anterior
Anterior

El Zombie

Siguiente
Siguiente

Quiero ser especial.