A uno, la abundancia lo hizo pobre; a otro, la escasez lo hizo rico.
Pareciera que, con frecuencia, la escasez genera abundancia y la abundancia genera escasez.
No es lo mismo crecer en la abundancia que crecer en la escasez. Los marcos mentales son diferentes, así como las actitudes, orientaciones y la propensión al riesgo.
Tampoco es lo mismo dirigir una empresa en bonanza que una en crisis. De igual manera, un director general que es bueno en la abundancia, puede quebrar a la empresa en la escasez y viceversa.
Me queda claro que dinero llama dinero; también que hay grados de escasez que inhiben la fuerza para seguir adelante. Sin embargo, la mortandad de empresas se ha acelerado, los ciclos se han acortado y las fortunas familiares duran cada vez menos.
Por otro lado, la era digital ha disparado a nuevos emprendedores que florecen de manera vertiginosa.
Es decir: no sólo hay "nuevos ricos", sino que también hay "nuevos pobres".
Atributos tan simples como las ganas, el hambre profesional o la falta de ellas son en ocasiones los determinantes clave para que la abundancia se convierta en escasez o viceversa.
Nada es permanente: del cielo se toca al infierno, de una buena racha fácilmente se pasa a una mala, del boom to bust.
La vida y la conducta de los organismos no son lineales ni progresivos, sino más bien una serie ininterrumpida de ciclos, de comienzos y finales, de nacimientos y muertes, de abrir y cerrar.
Cada vez que se gana algo, se pierde algo y viceversa.