¿Hasta cuándo nos vamos a cansar de no ser nosotros mismos?

Curioso que si quieres recibir felicitaciones en Twitter o Facebook anuncia a tu círculo que, de una vez por todas, has decidido renunciar a tu trabajo. Llueven las felicitaciones, YES, bravo, qué bien. ¿Y ahora qué vas a hacer? le preguntan al valiente: "No lo sé aún", contesta.

Después de décadas del soldado corporativo, de la cultura de premiar a los empleados de toda la vida, de rutinas frecuentemente estériles asociadas al mito de Sísifo, en su eterna faena de empujar una piedra gigante a la cima de una colina, para que siempre acabe por rodar hacia abajo y volver a empezar; el espíritu de los tiempos huele a rebeldía.

Gallup, en su encuesta anual de satisfacción laboral, lleva años confirmando el disengagement (no involucramiento) del personal. Solamente entre el 10 y el 15% se siente involucrado con su trabajo; el restante 24% está activamente no involucrado o simplemente apático (63%). Esto es escandaloso.

Los millenials exacerban esta posición y rotan de trabajos como nunca se había visto antes. Se les acusa de que "no aguantan nada" cuando quizás, los que les precedemos, deberíamos preguntarnos: ¿cómo es que nosotros hemos aguantado tanto?

Es cierto que el modelo capitalista ha traído beneficios inmensos y avances en bienestar material. La aceleración de la riqueza es un testimonio de un modelo que hasta los países "menos occidentales", como China e India, los han adoptado como plataformas de crecimiento.

También es cierto que todo tiene su lado oscuro y que cada vez que se gana algo, se pierde algo. Debatiblemente, lo que se ha perdido en el capitalismo es el individuo. El colectivo aplasta al individuo en aras de la institución. Es decir, el individuo obtiene un beneficio económico a cambio de su obediencia y conformación hacia la cultura, pero sacrifica lo interno: el sentido de pertenencia, de reto, logro y orgullo; la exuberante e indescriptible sensación de estar involucrado creativamente en algo.

¿Hacia dónde entonces va la estructura organizacional? Algunos visos: organizaciones cliente-céntricas más que producto-céntricas, basadas en información más que en poder; modelos híbridos casa-oficina, horarios flexibles; diseños circulares por proyectos o procesos, más que jerárquicos; mayor uso de narrativas, sociología y psicología; mayor comunicación y usos digitales de interacción.

Y tú, ¿Qué aprendiste durante la pandemia? ¿Qué decisiones estás por tomar?

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