Negación, donde lo malo ocurre allá, a mí no me pasa.

"De ninguna manera, yo nunca lo haría. Así no soy yo". Es fascinante observar cuando una persona niega categóricamente algo que es obvio para los demás. Y, paradójicamente, en el grado que se le presiona para que reconozca una conducta o deseo, en ese mismo grado se defiende porque no permite que la posibilidad, o la idea, entre a su psique en función de que amenaza a su propia imagen del ego.

Freud le llamó Mecanismos de Defensa a las diferentes operaciones que conforman un patrón de conducta protectivo contra aquello que genera ansiedad, culpa o algún otro sentimiento desagradable.

Entre los mecanismos más conocidos están la represión, negación, proyección y racionalización.

La represión se encarga de rechazar, inconscientemente, algún deseo o pulsión manteniéndolo fuera del consciente. Conviene aclarar que este proceso de "guardar" en el subconsciente no desvanece la energía. Jung, discípulo emancipado de Freud, afirmaba que la carga psíquica no desaparece, sino se transforma.

La negación es el proceso que cuando lo reprimido "brota" a nivel de la conciencia a través de un señalamiento, o evento, provoca que la persona confronte determinada represión negándolo, como diciendo: "esto no es mío, de ninguna manera". Adicionalmente, cuando la persona se defiende, típicamente lo hace cargada de intensidad emocional "¡cómo crees que soy capaz de esto!".

La racionalización, que quiere mantener ocultas las verdaderas motivaciones a base de explicaciones, frecuentemente a posteriori, lo trunca todo a base de "lógica".

La proyección consiste en que el material reprimido se observa fuera de uno mismo y se le atribuye a otras entidades. Las cosas y personas objeto de la proyección en realidad funcionan como un espejo que muestra partes de nosotros que no hemos integrado

Es que si se vive en negación, lo malo ocurre allá: aquí no, o al contrario: una oportunidad, lo bueno, se percibe como amenaza.

El autoengaño es mortal.

La autocrítica, un psique abierto y una cierta dosis de valentía, son condiciones necesarias para detectar epifanías y distinguir lo relevante de lo irrelevante.

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