3 crisis
Tenemos frente a nosotros, por lo menos 3 crisis: la del coronavirus, por el riesgo a la salud; el inminente desplome de la economía, que apenas se alcanza a vislumbrar, y el encierro, por el reto personal que nos plantea a cada uno de nosotros. Me parece que este último es el más preocupante.
Del coronavirus se ha hablado plenamente. Me limito a escribir que la prudencia, y quizás la exageración, en esta etapa vienen al caso. El tema redunda en cuidarnos nosotros, ser solidarios y responsables. Evitar la progresión geométrica es clave para no tronar a la precaria capacidad instalada en el País.
Por el lado de la economía, se está configurando un tsunami. Habrá un desplome con consecuencias severas donde el PIB mexicano caerá cerca del 5% (Credit Suisse estima -4%), cerrarán (o se encogerán) empresas de todos tamaños, en particular en algunas industrias, lo que llevará a despidos masivos.
Las cadenas globales, regionales y locales de valor, se están rompiendo y los efectos serán como en carambola. Habrá deudas que no podrán pagarse, planes que no podrán concretarse y sueños que habrán de replantearse.
Las acciones de empresas mexicanas han caído estrepitosamente, sobretodo si se calcula su capitalización de mercado en dólares. En algunos casos, no se puede descartar que inversionistas extranjeros compren a estos risibles precios y se sienten en el Consejo de Administración como nuevos dueños. Cash is King.
Del Gobierno se espera poco. Es evidente la falta de liderazgo lúcido, frontal y patriótico, como lo amerita la crisis actual. La bomba del coronavirus ya explotó y todavía no se alcanza a completar el primer ciclo. La bomba económica se está gestando y sus manifestaciones empezarán a agudizarse en los próximos meses.
El encierro pudiera ser la tercer bomba. Si el ocio es la madre de todos los vicios, el encierro es la madre del ocio. El delicado balance afectivo, íntimo y social de una pareja y familia en general, está en riesgo; sobretodo donde los lazos son débiles o frágiles. Algunos saldrán fortalecidos, otros debilitados.
Es que la forma en que estructurábamos el tiempo, nuestras rutinas y rituales, han sido drásticamente afectados.
Somos luz y sombra. Tenemos virtudes y defectos, ideales nobles e ideales egoístas.
En el lado de la luz, o la energía creativa: habrá quienes virtualmente vayan al Louvre o al Museo del Prado, tomen clases de yoga, meditación o cursos gratuitos de alguna universidad renombrada. También habrá quien aproveche para ponerse a dieta, conversar y convivir más y mejor con su pareja y/o familia.
En el lado de la sombra, o la energía destructiva: se incrementarán los casos de alcoholismo, drogadicción, visitas a sitios pornográficos, discusiones y violencia familiar. Lo anterior se agrava porque las reglas implícitas y de convivencia en casa se vinieron abajo y tienen que ser redefinidas ante el "exceso de presencia". Al mismo tiempo, se tiene que re-organizar la interacción y los espacios de soledad intermitente.
La forma en que manejamos la intimidad y estructuramos el tiempo son torales para el bienestar personal. Si libramos el reto personal, contribuimos al bienestar de la familia y de la sociedad. Es un efecto multiplicador que impacta eventualmente en el colectivo.
Si uno está bien y se mantiene bien, podrá sortear las vicisitudes del virus y la crisis económica que está en puerta. Si uno no está bien, cualquier viento en contra nos tumbará y nos llevaremos de encuentro a los que están cerca.
Entonces: a cuidar nuestra estabilidad física, mental y emocional. La auto-disciplina, la paz y la fuerza personal, son retos de toda la vida y sobretodo del día con día. La disciplina nos mantendrá en curso. Como decían los romanos: "vence el que se vence".
Buena suerte y bendiciones.