De confianza e inversión.
El entorno de negocios en México está presionado a diestra y siniestra. Hay variables exógenas, como la pandemia, y hay variables endógenas, como la tensión y belicosidad que emanan desde el mismo Gobierno. Lo peor: estamos divididos y enfrentamos una crisis de confianza.
Divididos por el discurso de los "de antes" frente a "los de hoy"; los empresarios vs. los trabajadores; los ricos vs. los pobres; los de adentro vs. los de afuera.
Crisis de confianza por la rispidez, el enconamiento y la persistencia por regresar a un idealizado y distorsionado pasado.
La marca AMLO/Morena llegó barriendo en las elecciones. El hartazgo era generalizado y se asumía como una propuesta renovada -aparentemente. Es cierto, hubo abusos y errores en el pasado, pero la radicalización está peleada con la enmienda.
La confianza es una palanca gigantesca y la desconfianza es un freno de igual proporción y que amenaza con llevarnos a la implosión.
No hay junta de consejo donde no se toque el tema de la inversión: ¿nos esperamos a que termine el sexenio? No hay reunión de adinerados donde no se plantee qué hacer con los excedentes de dinero: ¿lo sacamos del País?
Naturalmente que es reprobable la mala distribución de la riqueza en nuestro País, pero paradójicamente, al incentivar la inversión y el interés por hacer dinero, se elevan los niveles de riqueza general.
En China y Estados Unidos imperan la mala distribución del ingreso y tienen muchos millonarios. Tendrán modelos políticos opuestos, pero están centrados, en un grado o en otro, en la libre empresa que, si se ejecuta bien, reducen dramáticamente la pobreza extrema.
El corolario: se puede mejorar la distribución del ingreso, emparejarla y, simultáneamente, ser un país de pobres.
Regreso a la falta de confianza.
La expropiación se inserta en la nueva Ley de Hidrocarburos, al tiempo que el Gobernador morenista de Baja California decreta, al igual que lo hizo Hugo Chávez con los campos de golf, la expropiación del Club Campestre de Tijuana.
Asimismo, sigue en la memoria la cancelación de la planta de Constellation Brands en Mexicali, porque "así lo decidió el pueblo" en una hechiza consulta popular.
Las instituciones democráticas que llevaron a AMLO al poder son atacadas ahora por él. Se amenaza a la industria energética y la salud de millones de mexicanos por la contaminación de energía sucia y cara. Pemex y la CFE son un barril sin fondo. Médicos y trabajadores de la salud, siguen sin ser vacunados.
Lo anterior, aunado a la falta de políticas certeras en lo monetario, lo fiscal y otras, que estimulen la economía, contribuyen a una desolada pérdida de confianza.
La confianza es el pre-requisito misterioso detrás de la inversión, las sociedades, el emprendurismo, la actividad económica, el crecimiento y la superación. La confianza es abstracta: navega por un espacio desconocido y se colude con la materia para cristalizar intenciones, actitudes, enfoques y, sobre todo, acciones.
En medio del fuego cruzado está la base política AMLO: millones de personas olvidadas, en pobreza, viviendo, o sobreviviendo, en el subempleo; que no tienen acceso a la información y sólo piensan en cómo sobrevivir el mañana. Este grupo le cree a AMLO y espera los saque de pobres.
El punto es que sea sostenible: el subsidio destruye el valor, y el corto plazo no debe linchar al largo plazo. Arreglar a billetazos el síntoma, complica aún más la solución de fondo.
Nadie puede solo. La historia mundial demuestra que el Gobierno no genera riqueza y es un pésimo administrador; pero sí puede orquestar a todos los agentes productivos y facilitar los vehículos, los marcos y los procesos para catalizar a un México deseoso de cambiar.
Lo primero: es la confianza.