El Gran Encierro
Lo pongo con mayúsculas porque no es menor: nuevamente, docenas de países y miles de comunidades del mundo se plantean encierros y paros.
Estamos siendo obligados a actuar en contra de nuestra naturaleza y los estragos psicológicos son cada vez más difíciles de calcular.
Si de por sí, desde antes de la pandemia, ya teníamos una afrenta psicológica y de descomposición.
El mundo está al revés: mientras somos exitosos en avanzar en factores externos; nos destruimos lentamente en factores internos. Me explico.
Avanzamos en frentes externos:
* La alfabetización, por ejemplo, aumentó de 42% en 1960 al 86% en el 2015 (OWID, Our World in Data).
* La esperanza de vida incrementó 5 años entre el 2000 y el 2015 (OMS, Organización Mundial de la Salud).
* La mortalidad materna se redujo 2.3% al año entre 1990 y 2015 (OMS).
* La mortalidad infantil disminuyó 56% de 1990 al 2016 (OMS).
* El agua potable incrementó del 76% al 91% de 1990 al 2015 (OMS), y finalmente los trasplantes aumentaron 6% en el 2019 contra el año anterior (ONT, Organización Nacional de Trasplantes).
Pero retrocedemos en factores internos.
* El alcoholismo aumentó 9% en 10 años (OMS), aunque hay que aclarar que muchos no se reconocen como tal.
* La depresión creció un 17% en 10 años, 2017 (OMS); la depresión, sin duda, va a ser el mal de los tiempos.
* El suicidio, en el 2018 es la 3ra causa de muerte en jóvenes entre 15 y 19 años (OMS).
* El abuso sexual en infancia, conforme a registro, se encuentra en 1 de cada 5 mujeres y en 1 de cada 13 hombres, 2017 (OMS).
* Las muertes por sobredosis tienen un incremento del 55% en 10 años, 2019 (OMS).
El contraste y el punto es que solucionamos situaciones externas como especie, en el vector de cómo se entiende "el progreso", pero en el vector de la individualidad, de la privacidad y de la subjetividad, parece que no podemos manejar y sortear el mundo como está.
Todo parece indicar que estamos atrapados en una inercia que mientras producimos externamente, nos destrozamos internamente. El sistema capitalista nos ha convertido en insumos, en hiperespecialistas, fraccionados y unidimensionales; cuando en realidad somos consciencia, universales, integrales y multidimensionales.
¿Estamos preparados para un nuevo encierro?
El Gran Encierro nos está enfrentando a nosotros mismos y nos está llevando a pasar más tiempo en nuestra mente y a estar más en contacto con nuestras emociones. La fuga del "ocupismo", de la agenda atiborrada, de los desplazamientos externos, de los compromisos múltiples, está bloqueada. Estamos solos con nosotros, frente al espejo.
El precio total del encierro está fuera de las métricas y está subordinado al precio establecido por el número de infectados y muertes; que en el caso de México son datos irreales, en función de que el instrumento y el proceso de medición están completamente rebasados y politizados.
Hasta ahora, capturados por el sistema capitalista, no había sido fácil encontrar espacios para adentrarse en nuestro psique, en la parte espiritual y en la verdadera intimidad con los que tenemos cerca. Pero la pandemia nos está obligando a hacerlo, a dejarnos sin opción, a enfrentarnos con lo que es, no con lo que se quiere afanosamente construir.
Como péndulo compensatorio, estarán por asentarse cientos de disciplinas e industrias en giros de bienestar y autoconocimiento: florecerá la meditación, crecerá el uso de la yoga, tai-chi y demás y, más vale, nos haremos más espirituales, más humanos y compasivos.
La alternativa sería acelerar el paso hacia la autodestrucción y convertirnos en una cifra más de patología y enfermedad.
El reto está grande, es sustancioso y trascendental.
Al final de la pandemia habrá vencedores y vencidos, héroes y víctimas, fortalecidos y debilitados.
Seamos de los primeros.