Año nuevo, vida nueva.

Es bueno pensarle por esta fecha. Un año nuevo es para enmendar, corregir, replantear, volver a empezar.

Normalmente se trata del comienzo de proyectos, el arranque de una tarea, el propósito de crear algo nuevo. Mejor que sean para dejar de hacer cosas.

¿Qué me quito de encima? ¿A qué actividad, proceso, ritual, persona o vicio, me sacudo? Hay que remover a lo que drena, hay que renunciar y dejar de hacer porque si no hay espacio, lo nuevo nunca llega. En lugar de llenarme de cosas/ideas/personas que me hacen más pesado, negativo, amargoso y lento, mejor llenarme de energía ligera y flexible.

A lo que me refiero es a la disposición de morir en algo de nuestra versión antigua de nosotros mismos, y renacer en la oportunidad, en la energía creativa y la progresión del ciclo.

Es difícil y duro aceptar que para renacer hay que morir.

Romper con el pasado -sin perder el valor de la experiencia- puede ser equiparable a un entierro. Es difícil enterrar a alguien, a una idea, a un resentimiento, a una empresa, a una tecnología, a una relación, a una vieja versión de uno mismo. Hay que soltar y dejar ir, o bruscamente cesar -con responsabilidad.

Para renacer, reinventar y revolucionar, hay que atreverse a morir en lo que ya no es, para dar espacio a lo que puede ser.

Te deseo un muy feliz, atrevido y renovado Año Nuevo.

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