Más ying, menos yang.

Las mujeres son tema de canciones, poemas, y fuente de inspiración y romance; dan vida, la preservan y son la especie más bella del mundo. Pero también son víctimas de una civilización dominada por hombres y esto desgarra y afecta a la raza humana.

Freud articuló su sesgo contra la mujer con su célebre pregunta ¿Qué quieren las mujeres? Y las clasificó como propensas a la histeria y complicadas. Lo peor es que éste haya sido el pensamiento dominante moderno en la psicología con respecto a la mujer.

Hace miles de años se tenía otra percepción de la mujer: era considerada sagrada por su capacidad de dar vida y Gaia, la Madre Tierra, era el origen de todas las cosas. Las mujeres eran veneradas y se les consideraba Dioses.

Un día, un científico descubrió que los hombres también ponían su granito de arena: el esperma era necesario. Y a partir de ahí empieza la percepción de un Dios masculino. Las religiones del mundo eventualmente coincidían: Cristo, Mahoma, Calvino, Budha; todos eran hombres.

Pero cuando hay exceso de algo siempre redunda en una carencia de algo más.

La energía Yang, asociada con el hombre, está relacionada con la fuerza, la dominación, el sol, lo activo, lo denso; mientras que la fuerza Ying, asociada a la mujer, está relacionada con el ceder, el flujo, la luna, lo pasivo, lo sutil.

Por el lado positivo el Yang genera invenciones, descubrimientos, movimiento y en ciertas dimensiones, progreso. Pero llevado al exceso genera violencia, contaminación, destrucción del medio ambiente, guerras, inseguridad.

¿Por qué los líderes del mundo y de las empresas tienen que ser hombres si ya no hay que combatir con Mamuts o dinosaurios?

Da la impresión que el diseño de la organización social está dirigido a someter a la mujer, a usarla, a controlarla.

La violencia doméstica sobre la mujer arroja cifras confusas porque estos incidentes suelen no reportarse por temor a represalias o a "quedarse sin hombre".

También hay violencia no física contra la mujer cuando se le controla, se le somete o se le ignora.

La mujer a veces es copartícipe de esto y se entrega en cuerpo y alma a los hijos y al concepto de familia. Le da a todos menos a ella y al final acaba por terminar vacía, y los hijos aprenden de lo que ven, reforzando el círculo vicioso. Para colmo, este trabajo no es remunerado.

Algunas mujeres solucionan esto trabajando y así tienen una doble carga: cumplir en la empresa y cumplir en el hogar. Puede sonar pesado, pero estudios confirman que este tipo de mujeres tienen índices menores de depresión y ansiedad.

Aunque en el trabajo la mujer suele ganar menos que los hombres de su mismo nivel (incluso en países avanzados como Estados Unidos y Alemania), cada vez es más común ver ejecutivas en puestos directivos.

Un mundo requiere de balance. Es inconcebible que el poder se centre en hombres maduros con backgrounds similares. Un Gobierno exclusivamente compuesto por economistas es un Gobierno temible. Se requieren, adicionalmente, de músicos y músicas, educadores y educadoras, escritores y escritoras, filósofos y filósofas.

Necesitamos de la fuerza Ying para no caer en los excesos del Yang.

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