¿Cuánto vales en el mercado laboral?

“Claro que puedo. Sólo dame la oportunidad. Sé que no tengo experiencia, pero me sobra entusiasmo. Déjame demostrar que puedo con el trabajo, y déjame demostrarme a mí mismo que puedo con el reto. Sé que llevo años estudiando y que sería mi primer trabajo; pero sí puedo, le voy a echar todas las ganas del mundo.”

Y esta es más o menos la plegaria de miles de jóvenes que se incorporan al "sistema productivo" todos los años. Quieren probarse que no sólo son buenos para estudiar, sino que tienen con qué enfrentar la vida, que pueden subir peldaños organizacionales, que pueden aportar, que pueden hacer una diferencia, que pueden acumular riqueza, si tan sólo se les da oportunidad.

Es que el mercado empresarial no quiere emprendedores generalistas -como me dijo un director de Recursos Humanos- lo que quiere es especialistas, expertos, éxitos probados. No muchachos motivados por una excesiva autoestima.

Su grado de complacencia es tan alto, que si les toca un jefe con vocación de mentor, rápidamente aprenden; pero si les toca alguien aprovechado, que explote su posición de probarse a ellos mismos, los ponen a hacer trabajos inconclusos o "salpicadores", realizar políticamente.

Entrar y ser parte del sistema es el anhelo más deseado por el joven. Ese viejo amargado que tiene el poder y gana el dinero, que es necio y demandante, goza de un estatus envidiable -cuando menos en la perspectiva del joven-.

Es raro no encontrar un joven que en el fondo no quiera aparecer en la portada de Expansión, Mundo Ejecutivo, Fortune, Forbes o incluso en la primera plana del The Wall Street Journal; que no quiera ser el siguiente Elon Musk, o el siguiente Jeff Bezos.

¿Y qué da el valor de mercado en el mundo corporativo? Entrevistando informalmente a ejecutivos, recién egresados, headhunters, académicos, aquí van algunos elementos: El tema del valor personal se remonta a silogismos aristotélicos, pero la realidad es que tenemos un valor en el mercado, y desde el punto de vista de negocios, nuestro objetivo es maximizarlo.

1. De la demanda. Los ciclos económicos son importantes y el tipo de profesión con los tiempos cambia y es clave.

2. De la diferenciación. El más fiero competidor de una persona es el que más se le parece: que venga de la misma Universidad, que haya tomado los mismos cursos y diplomados y que hable los mismos idiomas que él.

El mercado tarda un poco más en colocar individuos "únicos", pero una vez que lo hace, tienden a tener una alta demanda laboral.

3. De las habilidades interpersonales. La inteligencia emocional es un mejor indicativo del éxito que la inteligencia medida por coeficiente intelectual. No es lo que la persona sabe, sino cómo interacciona en grupos y cómo los lidera, en su caso. En un reajuste, los primeros que salen son los conflictivos y los desadaptados.

4. Del tiempo. Esto está asociado a experiencia, fracasos cargados de lecciones, triunfos, colmillo.

5. Del posicionamiento. Crea fama y échate a dormir.

6. De la red de contactos.

7. De la fortuna. El cosmos tiene mucho que decir. Si no se abre la persona a esta dimensión, perderá de vista muchas pistas sincrónicas que la vida le plantea con frecuencia.

Las personas tenemos un valor intrínseco propio, incomparable y no asociable a un valor monetario. Pero en lo laboral, esta igualdad humanista se desvanece; como si trajéramos una etiqueta de precio en la frente junto a otra que dice lo que sabemos hacer mejor que nadie.

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