Estamos los mexicanos, infelizmente, polarizados y separados. ¿Cómo vamos a solucionar un problema, si cada quien ve uno diferente? ¿Qué es primero? ¿La seguridad, la pobreza, la educación, el avance tecnológico, la economía, el turismo, la salud, los servicios?

No hay nada peor, que cuando el verdadero problema es otro. Quizás ésta sea la médula de la dirección de un País, de una empresa o de cualquier entidad: ¿por dónde empezar?

La verdad, quizás, es que la verdad no existe: cada quien tiene sus verdades. Unas construyen, otras destruyen; unas son lúcidas, otras son ciegas; unas tienen un nivel de consciencia elevada, otras son primitivas; unas son empáticas, otras egoístas. Finalmente, distintas.

El reto fundamental es que cada una de las partes involucradas está segura de que está "bien", y que la otra parte es la que está "mal".

Entre la madeja de cómo se forman las perspectivas y los diferentes sesgos sobre "la realidad", menciono algunas.

Psicología Evolucionaria. La primera obligación de un organismo es sobrevivir y, por ende, la visión, el foco y el despliegue, están centrados en recabar lecturas del entorno, alimentarse, adaptarse y reproducirse. Esta necesidad determina entonces lo que vemos y lo que no vemos. Por ejemplo, la realidad que ve un pulpo contrasta con la que ve un águila; la de un abeja contra la de una jirafa. Los humanos, por nuestra parte, tendemos a descontar el hecho de que compartimos 96% del ADN con un chimpancé, y que nuestra orientación es necesariamente la de un primate.

Psicología Social. La realidad contrasta también entre la de un refugiado en un campo en Grecia, frente a la de un financiero en Manhattan; la de un analfabeta de escasos recursos con la de un millonario de ascendencia europea. De igual manera ocurre con las visiones entre hombres y mujeres o de empresarios frente a políticos.

El Subconsciente. Está inflada la concepción de que los humanos somos racionales. A la hora de las decisiones, el complejo va por delante. También se anteponen a lo racional elementos como el instinto, la protección del ego, los sesgos, la falta de sensibilidad al entorno y la ceguera personal. Nos inventamos historias que sean compatibles con nuestras ideas; descontamos lo que no "nos cuadra"; cuidamos al ego a costa de reducir la objetividad y, finalmente, el colmo, la parte fallida la hacemos inconsciente.

Los Algoritmos. La nueva era digital acelera a las realidades diferentes; todos recibimos una lectura distinta de cómo amaneció el mundo. Los algoritmos nos muestran diferentes noticias, encabezados y contenidos, priorizados según donde estemos y en base a nuestro perfil y conducta específica En pocas palabras: nos refuerzan en nuestro sesgo y nos polarizan cada vez más.

Regresando: ¿y el problema de México? Me sumo a la propuesta desde, quizás, mi propio sesgo: la meta de México tiene que ser el crecimiento económico. Si la economía crece, crecen los empleos, la educación, la inversión, el pago de impuestos y la riqueza en general. Si hay crecimiento y oportunidades, la gente deja de estar a la defensiva y busca subirse a la ola de progreso.

Con un crecimiento sostenido se alinean los factores económicos y la población se reenfoca a sectores rentables, de alto potencial. Y también crecería, que urge, la autoestima nacional y la expectativa de logro.

Cowen, de la Universidad George Mason, afirma que a un crecimiento anual de 5 por ciento, los estándares de vida se duplican aproximadamente cada 14 años.

La meta de México tiene que ser el crecimiento; tiene que ser su obsesión, su narrativa predominante, su principal noticia, su máxima referencia y plan a cumplir.

Mientras el problema sea personal, de uno o del otro, dejaremos subordinado al institucional y al patriótico, y una vez más, a pesar de nuestras intenciones, seguiremos siendo una potencia mundial del futuro pero, siempre, del futuro.

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